Seleccionar página

-Descifrando la era

El género cinematográfico de lo fantástico y el terror siempre se ha alimentado de la realidad para construir las historias que contengan, directa o simbólicamente, los temores, errores y desastres de la sociedad. Así, a medida que hemos ido evolucionando, vamos agregando argumentos para crear nuevas historias que nos hagan pasarlo mal y disfrutar por partes iguales. A su vez, el punto de vista de historias clásicas del cine va cambiando de prisma y se cuestionan en función a un cambio de paradigma de lo que reconocemos como “normal”, es así como la discusión sobre la igualdad de género se abre paso en las producciones cinematográficas, mostrándose tanto en sus protagonistas como en la manera que se cuentan.

Tecnoterror

En nuestra actualidad, donde tanto la información como la tecnología están presentes en todo ámbito de nuestras vidas, el miedo a lo desconocido le ha dado paso al terror por lo que ya no podemos controlar y se nos va de las manos. ¿Cómo nos relacionamos? ¿qué somos capaces de hacer y de conocer con la tecnología? Estos tópicos los usan películas en espectros completamente distintos, ya sea en un tono comedia indie, como Save Yourselves, o en un modo thriller dramático, como Possessor Uncut (ganadora mejor película de este año), Archive, que se atreve con la Inteligencia Artificial, o Come True, que agrega elementos de terror sobrenatural a la ecuación. Aquí podríamos hablar también de “Archenemy”, que mezcla varios tópicos de lo fantástico (superhéroes, universos paralelos) con las redes sociales como móvil de la trama, pero la comentaré en otra sección, porque en esta peli gana otro drama real, peor que el de las tecnologías.

 Ecoterror

Otra consecuencia de nuestra forma de vida es la devastación que hemos provocado en este planeta, y este tema se ha tratado de diferentes maneras en el cine, ya sea en la ficción post-apocalíptica, que si bien no es un tema nuevo, sí lo es la mirada más (se puede decir) realista del desastre, acompañado con los datos actuales de los desastres naturales provocados por el ser humano. Aquí nos encontramos en un mundo ya colapsado y reconfigurado (en la tierra o en otro planeta), como están mostrados en “Last words”, “Le dernier voyage de Paul W.R., el cortometraje El elemento enigmático, o “Tin can” (que también comentaré en otra sección); o bien en las posibilidades de que todo salga mal cuando el ser humano intenta sacar provecho de la naturaleza, como en “La Nuée” o en Sea fever, que incluye seres de otro planeta en la ecuación.

Miradas Feministas

Otra parte importante de la ficción actual está en el cambio de la mirada hegemónica. La realización femenina de películas fantásticas lleva al espectador a revisar tópicos ya conocidos del género desde otro punto de vista, donde el personaje femenino no tiene por qué ser la víctima que debe ser salvada por el héroe macho alfa, o incluso repensar una época a partir del cambio del eje, donde pasa lo mismo, pero lo vemos contado desde el otro lado, como en L’état sauvage, un western contado desde una perspectiva distinta a la que acostumbramos a ver. También está el tópico del machismo como sistema. En detalles, varias directoras van sacando a la luz los conflictos que hemos vivido todas alguna vez en la vida. En este sentido, quien se hace cargo simbólicamente del problema de la violencia machista, es la actriz, directora y guionista Brea Grant (a quien vimos el año pasado protagonizando After Midnight, de los directores Jeremy Gardner y Christian Stella), protagonizando Lucky, una película del tipo slasher, pero con un giro simbólico que la transforma en otra cosa. Con un estilo particular, Grant se mueve entre el terror y el absurdo, creando una sensación de no saber si lo que se está viendo es puro sarcasmo o no. Este año se presenta además con 12 hours shift, una comedia negra donde una enfermera completamente amoral debe hacer cargo de una escalada de desastres en su turno de 12 horas.
En la línea de las películas escritas, dirigidas y protagonizadas por mujeres, también podemos hablar de She dies tomorrow, protagonizada por una mujer contagiada no con un virus, sino que con una idea.
Finalmente, no puedo dejar fuera del cambio de paradigma hegemónico a Bruce LaBruce con su divertidísima Saint-Narcisse.
En fin, las generaciones actuales tenemos nuevos prismas para ver el mundo, además de nuevos terrores que se juntan con los de ayer y hoy ¡que merecen ser vistos en pantalla grande!
Aquí van las reseñas, ordenadas según sección en las que han sido presentadas y también más por gusto que por tema:

SAVE YOURSELVES!

Alex Huston & Eleanor Wilson, EEUU, 2020, 93′

Si hay algo que define la generación hípster es estar sobreinformados a la vez de no tener control ni demasiado análisis crítico sobre dicha información. En verdad, no se tiene mucha idea de cómo sobrevivir consigo mismos sin acceder a esta nube de información no comprendida en profundidad ni mucho menos interiorizada. Un ejemplo de esto podría ser el hecho que esta película haya sido sacada de la competencia un par de días antes del inicio del festival, por no cumplir con el requisito de ser estreno español en el Festival. Nadie entiende muy bien por qué han decidido estrenar dos días antes en VOD con el nombre de “Desconectados”. Ni explicaciones ni comunicados previos. Así, sin más. Me atrevería a pensar en un error de cálculo o en una tontería hecha al estilo de los protagonistas de esta película, presionando ENTER por error y no tener manera de hacer un UNDO. Porque en verdad no se le encuentra mucho sentido a una maniobra hecha tan encima, más cuando la película podría haber estado dentro del palmarés.

Save Yourselves! Es el primer largometraje de los directores y ha sido estrenado en Sundance. Una comedia pequeña, muy divertida, irónica, muy bien interpretada y muy real dentro de toda su fantasía. Jack y Su son una pareja neoyorquina que, ante el miedo a que la adicción a la tecnología acabe con su amor, deciden pasar unas vacaciones en una cabaña en el bosque, lejos de la civilización, de torres de repetición y de notificaciones de WhatsApp. Ahora bien, Jack y Su desearán haber tenido cobertura, al menos para enterarse de que unos alienígenas han invadido la Tierra.

Save Yourselves! nos sitúa en la generación de jóvenes en sus 30 años, parte de una sociedad donde se confunde la información con el conocimiento y nos muestra que con lo que pretendemos saber podríamos no ser capaces de sobrevivir a una invasión alienígena y aún menos podemos convivir con nosotros mismos sin la necesidad de conexión virtual; porque la red nos cuenta qué es lo que tenemos que hacer, sentir, compartir e incluso pensar para ser una persona plena.  De manera muy irónica, esta película presenta todos los miedos actuales: ¿qué sabemos hacer? ¿qué queremos (o podemos) hacer en nuestra vida profesional?  ¿cuáles son nuestras aptitudes básicas para sobrevivir? ¿Nos conocemos realmente a nosotros mismos? ¿Somos capaces de estar bien sin estímulos tecnológicos? ¿Somos capaces de no temerle o incluso disfrutar el aburrimiento?

De manera muy simple y divertida, nos vamos sumiendo en un desastre mundial, sin tener muy claro cómo se podrá salvar esta pareja de la invasión alienígena (resuelta de manera muy simple e inteligente) de unas adorables y temibles bolas peludas que molan mucho. Sí, los Critters del siglo XXI no son para nada feos y, aunque nos maten, se beban todo nuestro alcohol y nuestra gasolina; están muy acordes con los tiempos que corren, van con los colores de moda y están completamente actualizados a nuestro estilo de vida (armas psicotrópicas incluidas).

Como anécdota muy a tono con la película, tengo que contar que la primera escena musical me hizo explotar la cabeza porque han utilizado una canción (esta) que he terminado por detestar gracias al algoritmo de Spotify, que la ha lanzado aleatoriamente infinitas veces, metiéndola en mi subconsciente de manera involuntaria. Ahora hasta me gusta, ¡sólo Spotify lo sabe!

 

SHE DIES TOMORROW

Amy Seimetz, EEUU, 2020, 86′

Esta peli me llamó la atención desde que vi su póster el primer día en el Prado. No sabía realmente con qué me iba a encontrar, ni que esperar. Por el título, podía ser perfectamente una de esas películas psicóticas que te dejan los pelos de punta, tipo Final Destination, donde lo de la sentencia de muerte es una apuesta segura a ver sangre, situaciones inverosímiles y tonterías varias… pero no. Algo me decía que esta película iría un poco más allá de la idea reflejada por el texto que la presentaba: “Amy ha tenido una epifanía: va a morir mañana. Cuando se lo cuenta a su amiga Jane, esta trata de quitarle la idea de la cabeza, pero poco después ella empieza a tener esa misma sensación, como confiesa en la fiesta de cumpleaños de su cuñada… She Dies Tomorrow convierte la crisis existencial en una pandemia, paralizante y liberadora a la vez, dando forma a una de las alegorías apocalípticas más audaces de los últimos tiempos.”

Y la verdad es que sí lo hace. Es del tipo de pelis donde el género se diluye en una experimentación sensorial del autor. Una especie de exploración en lo que se siente en un ataque de pánico y qué pasaría si esto fuera contagioso. Todo es sensación y reacción, que se marca con un tratamiento lumínico -el único efecto especial que veremos- y que da paso a la interpretación de una sensación que se cuela en cada personaje contagiado con esta certeza de que al día siguiente se acaba la vida. Entonces, mientras observas cómo cada uno lidia con la idea de que ya está, se da el espacio para que tú como espectador te pongas también en ese estado nihilista, donde se instala la idea de que la vida puede durar lo que dura un suspiro y todo lo que importa en esta carrera frenética que nos hemos inventado como sociedad y como seres humanos, en verdad no tiene ninguna importancia, es irrelevante en el momento en que tomamos conciencia de que no somos eternos y todo lo que importa debiera ser el ahora.

¿Qué más decir? De una estética simple, pero cuidada, nos entrega escenas hermosas. Tiene un final perfecto (amo cuando pasa que piensas: si acaba aquí es redonda… y se acaba). Protagonizada por una genial Kate Lyn Sheil, acompañada por una siempre tremenda Jane Adams, esta película se llevó el premio del jurado joven. Por cierto, el video de presentación de la película ha sido genial. ¡Una de mis películas 2020 favoritas, sin duda!

 

POSSESSOR UNCUT

Brandon Cronenberg, EEUU, 2020, 104’

Es un thriller complejo y muy bien realizado. Parte con la premisa de que Tasya Vos (Andrea Riseborough) trabaja en una organización secreta, que utiliza tecnología de implantes cerebrales para ocupar los cuerpos de otras personas con el fin de llevarlas a cometer asesinatos. Pronto, Tasya no solo experimenta las secuelas de esta cruel tarea, sino que encuentra un huésped más complejo de lo habitual.

 No existe demasiadas explicaciones sobre el contexto ni de la organización, ni de la protagonista. Nos centramos directamente en el conflicto, que es más profundo de lo que se puede esperar y, de cierta manera, no queda tan claro en el desarrollo de la trama. A pesar de eso, sí somos testigos del talón de Aquiles de Tasya: un cuestionamiento existencial que la pone en el límite del peligro al insertar su conciencia en otro cuerpo. Más si este cuerpo huésped no tiene una estructura mental que se deje manipular como la mayoría de las víctimas de esta organización. Nos introducimos, entonces, en un escenario que se mueve entre la conciencia y la realidad, siendo testigos de una lucha mental muy bien representada, tanto en los efectos (que podemos llamar simbólicos), como en las interpretaciones de los personajes.

Brandon Cronenberg tiene un manejo estético impecable a la hora de realizar escenas de acción. A pesar de la violencia, la película es estéticamente muy elegante y muy bonita. Quizás, y a gusto personal, las últimas dos escenas son innecesarias y le quitan potencia al desenlace de la trama; aún así es una buena merecedora del premio a mejor película de esta edición.

 

L’ÉTAT SAUVAGE

David Perrault, Francia-Canadá, 2019, 118’

Este es un western con un acento francés y feminista. 1863, dos años después del estallido de la Guerra Civil americana, una pareja francesa y sus tres hijas deciden huir de Mississippi de la mano del mercenario Victor Ludd. Una de las chicas, comenzará a sentir afecto por Ludd, perseguido por su antigua amante.

Primero que nada, puede ser que la sinopsis no ayude a poner el ojo en lo que realmente se está contando en esta película, aunque se agradece la novedad al hacer un cambio en la perspectiva a la hora de pensar un western. Hay que decir que, a pesar de los intentos de concentrar el protagonismo en las mujeres de la película, se nota que ha sido pensada por alguien que no es mujer, y no porque no logre el tono ni presentar el enfoque en los personajes siempre olvidados en este género, es que se torna de cierta manera inverosímil en el momento de sobre-explotar la idea. Por un lado, la figura de la antagonista se pierde en el relato y en el estereotipo de “la chica mala del oeste” presentado en escenas que carecen de un sentido más allá del estético y que le quitan peso simbólico al personaje. Por otra parte, la construcción de las otras protagonistas también cae en este estereotipo de fragilidad tan común y conocido durante toda nuestra existencia… y a pesar de que estas evolucionan de manera contundente, no dejan de ser retratadas de manera superficial.
En verdad, el único personaje que logra profundidad, es Victor. Él encarna todas las guerras internas de la masculinidad hegemónica y retrata en realidad lo que nunca ningún western ha querido mostrar: la debilidad del héroe. Él es incapaz de hacerse cargo de nada: ni de sus fracasos, ni de sus promesas, ni mucho menos de sus sentimientos. Todo lo que le importa es conseguir la fórmula que le permita dejar de ser él mismo y transformarse en alguien más. Su afán por conseguir dinero es casi circunstancial, lo importante está en el abandonarse.

Quizás es en este sentido donde sí logra presentar un discurso anti-hegemónico, no por la obviedad en cuanto al tratamiento de sus mujeres, sino con la muestra desde una mirada masculina de la fragilidad y la incapacidad de dar el ancho que se les exige a estos machos cowboys. Supongo que al guion le falta también esa honestidad en el argumento, pero es un buen intento.

Al final, ya sabemos que ellas siempre pudieron salir adelante, ya sea solas o con alguien que pretendía y creía poseerlas.

 

SEA FEVER

Neasa Hardiman, IRL-EEUU-UK-SE-BE, 2019, 95’

Esta es una película de terror psicológico inspirada en obras maestras, como Alien o The Thing, donde se lucha contra un mal que no se conoce en un entorno donde no se puede escapar, incorporando la conciencia ecológica y una pincelada de conciencia de género en el tratamiento de los personajes. Siobhán, una bióloga marina, va a bordo de un pesquero irlandés. Pronto, el barco es inmovilizado por una misteriosa criatura marina, y el suministro de agua dulce queda infestado de parásitos.

Esta ópera prima de su directora, tiene todo para que sea un clásico del género y que funcione: está bien filmada, los efectos están bien logrados y son elegantes, la historia es correcta, los personajes están bien armados, tiene elementos estéticos bonitos y sutiles, y la protagonista lo hace bien… pero (claro, siempre ese pero) no tiene sangre corriendo en las venas. No emociona, no permite entrar en la acción. El espectador se queda fuera, lejano, como observando un espécimen de los que observa nuestra científica ¡Hay una ventana de hielo que evita la emoción! Y eso no se perdona, menos en una película como esta.

 

COME TRUE

Anthony Scott Burns, Canadá, 2020, 105’

Esta es una película que se mueve entre lo onírico y lo científico, usando la tecnología como medio de propagación de algo sobrenatural. Prácticamente realizada solo por Scott, resulta interesante su propuesta fílmica.
Sueños oscuros perturban a Sarah, una adolescente rebelde con dificultades en el colegio. Incapaz de ir a casa, encuentra refugio en un experimento universitario sobre el sueño. ¿Qué puede haber de malo en un lugar donde descansar a cambio de un puñado de dinero? Sarah espera que esto la ayude a deshacerse de sus pesadillas, pero pronto se convertirá en el conducto de un descubrimiento espeluznante.

 Como primera apreciación, la estética es muy interesante. Tiene imágenes oníricas construidas de manera muy fina y resultan tan bonitas como inquietantes y terroríficas. Hubiera agradecido, quizás un poco más de luz en su edición, para no perder ciertos detalles que no logran la intensidad que merecen y que sabemos están ahí bajo esa penumbra que lo disuelve todo.

En cuanto a la trama, me ha confundido un poco. Me he perdido en el detalle crucial que hace que el final de la película tenga sentido y eso me perturba, porque no sé cuál es la línea divisoria de la trama: qué es lo que queda en el sueño o en la realidad. Debo decir que no es algo malo, pero no tengo claro si es a propósito o no. Por otro lado, hay una escena que me hizo ruido y me sacó de la película, porque me pareció más un capricho de un director friki con su protagonista que un momento necesario en el desarrollo de la historia. No quiero hacer spoiler, así que cuando la veáis, adivinen cuál es…
De todas maneras, creo que es el final el que salva la película completa.

 

ARCHIVE

Gavin Rothery, UK, 2020, 109’

La inteligencia artificial es un tema que nos inquieta, ya que no sabremos (hasta tenerla) cuáles serán los alcances de esta tecnología. Por eso la ciencia ficción se ha hecho de este tema y ha generado películas tan espeluznantes como Ex-machina, donde el ser humano juega con desventaja. En este caso, nos situamos en el año 2038 en Japón. George Almore está trabajando en una inteligencia artificial con rasgos humanos. El director se vale de la idea de la creación de un cerebro capaz de simular las conexiones humanas y la empatía, todo es pos de recobrar la pérdida de un ser amado… eso en principio, pero es que esta película tiene tantas intenciones juntas, que se enredan y confunden.

Filmada en un escenario alucinante, todas las buenas intenciones de esta película se diluyen en una historia más melosa de lo necesario y en un par de sub-tramas que no logran el efecto buscado, más bien dejan a la película un poco coja, como si la historia completa estuviera contada a medias o pensada con partes que se quedaron fuera del montaje final; incluso da la impresión que estamos viendo 3 películas distintas en una. También hay detalles de caracterización que le quitan toda verosimilitud al robot y que nos pueden llegar a sacar de la fantasía. Creo que el final de la película es lo que la salva de ser derechamente mala.  

 

LUCKY

Natasha Kermani, EEUU, 2020, 81′

Uff. No sé cómo catalogar esta película. El guion (escrito por su protagonista, Brea Grant) contiene simbolismos que se confunden con el tono de la imagen… ¿será que estamos demasiado acostumbradas a la estética norteamericana, que inmediatamente asumimos un género, una trama, un estilo o una idea preconcebida? En este sentido, la película juega con un punto en contra. No es fácil entrar, pero… esto ¿es adrede? Creo que la temática de Lucky permite esta duda.

Empezamos con una historia muy normal: una escritora que intenta hacerse presente en el mundo editorial, una noche, descubre que hay un acosador en el patio de su casa. Esta normalidad se quiebra de improviso cuando recibe una respuesta insólita de parte de su marido: “ah, si, es el que viene cada noche a intentar matarte”. Desde aquí en adelante, no sabremos bien si estamos viendo lo que podemos llamar “realidad” u otra cosa, porque como nadie le hace caso, no le quedará más remedio que ocuparse ella misma del asunto día tras día, como si fuera una pesadilla psicótica.
Quizás es esta sensación de que no puede ser verdad sea precisamente el punto del relato: descubrir lo tremendamente absurdo que puede ser normalizar, menospreciar o derechamente invisibilizar una realidad vivida por muchas, quizás todas las mujeres de este planeta.
Finalmente, de una u otra manera, todas las que hemos hecho de nuestra vida algo interesante o propio, hemos “tenido suerte”, todas somos “un poco desequilibradas” y necesitamos calmarnos en algún momento; todas tenemos historias en la vida que mejor no recordar y todas, algunas de manera física y otras conceptualmente, hemos tenido que matar una y otra vez a ese hombre que aparece en nuestra casa queriendo asesinarnos.

Esta es una película que hay que masticar, porque o lo entiendes desde la profundidad del argumento que trabaja el guion, o definitivamente la detestas por parecer una película que no tiene sentido. Todos los 1 asegurados en la votación del público darían cuenta de esto, porque hay cosas que no se entienden cuando no se quieren entender (especialmente cuando eres parte del problema). Salir del privilegio de tu propia realidad, de este sistema, no es tarea fácil y, más allá de si esta es una buena película o no, se necesitan más voces como esta para contar los desastres del machismo instalado en la médula social. Porque es así: “todas las mujeres somos desequilibradas y los hombres, tercos.”
Por cierto, no puede ser que me conmueva hasta con escenas casi gore, pero me ha pasado.

 

12 HOUR SHIFT

Brea Grant, EEUU, 2020, 86′

Ha sido necesario un par de días y un poco de análisis de lo conocido hasta ahora de Brea Grant para poder entrar en el tono de sus películas. Esta ha sido su segunda película (esta vez dirigida por ella) presentada en este Sitges, en la sección Panorama Fantastic. Luego de ver ambas y de leer algunas entrevistas, he llegado a entender más o menos cuál es su línea autoral. Y definitivamente es negrísima, aunque a veces desconfío, porque si algo que me pasa con los autores norteamericanos, es que no tengo tan claro hasta dónde llega su ironía. Me da la impresión que hay algo de ingenuidad aún en algunos relatos sórdidos, porque no se cuestionan su forma de vida o su sistema tan profundamente neoliberal.

El argumento de esta película es el siguiente: ¿Hay algo peor que un doble turno? Sí, que además de hacer doce horas en el hospital en el que trabajas, tu prima haya perdido el órgano que tenía que entregarle a un traficante y venga a pedirte ayuda.

Esta es una comedia negra, que quizás parte un poco forzada en el humor de sus diálogos, pero va escalando a niveles de locura muy divertida. Su protagonista Angela Bettis sostiene la película, interpretando a una enfermera completamente fuera de cualquier emoción o sentimiento, que funciona casi como si no tuviera sangre en las venas, drogadísima, amoral, pero que logra controlar una seguidilla de desastres perpetrados por su prima política, un personaje hueco, sin ningún filtro, completamente insufrible, pero genial.
Posee una estética televisiva noventera, derechamente mala, que no sé aún si es a modo de parodia o no. Quiero pensar que sí, aunque por lo dicho anteriormente, es otra de las cosas en las que no pongo las manos al fuego, básicamente porque desconfío de la capacidad crítica en este nivel. Con más dudas que certezas, aunque con ilusión, creo que Grant puede sorprendernos a medida que vaya afinando la pluma y el ojo.

 

SAINT-NARCISSE

Bruce LaBruce, Canadá, 2020, 101′

No puedo dejar fuera a esta película, básicamente porque es un ejemplo de cómo se pueden experimentar los límites del género fantástico e introducir de manera ligera y juguetona temáticas tan contingentes, como puede ser la libertad y diversidad sexual versus la depravación que se puede esconder en instituciones religiosas.

Presentada en la sección Nuevas Visiones, Saint Narcisse nos cuenta que el fetiche de Dominic es… él mismo. Nada le excita más que su reflejo. Por eso, descubrir que tiene un hermano gemelo, criado en un monasterio remoto por un sacerdote depravado, le causa una gran turbación. El destino vuelve a juntar a los dos jóvenes, y su relación fraternal se retuerce entre el sexo, la venganza y la redención.

 Con una estética de comedia de los 70, esta película es tan retorcida como festiva, algo que la hace divertida. Bruce LaBruce es un maestro de la ironía y de lo kinky.

 

EL ELEMENTO ENIGMÁTICO

Alejandro Fadel, Argentina, 2020, 40′

En 40 minutos, podemos ver a tres “astronautas” que deambulan por unas montañas nevadas, calladas e imponentes.

 Una película que se puede describir como existencialista, sin diálogos hablados, pero sí con subtítulos de diálogos que se pueden entender como “telepáticos”, realizados con extractos de “La libertad total” de Pablo Katchadjian y con una experimentación visual interesante, donde el paisaje se transforma en una composición visual que se compenetra con la música y refleja una especie de planeta post-apocalíptico, que se complementa con un toque de humor a partir de los subtítulos y de ciertas escenas. Fadel nos muestra que, para crear la sensación de estar en otro planeta, bastan la cordillera de Los Andes, un grupo de amigos,  un vestuario simbólico de muy bajo presupuesto y una libertad artística total.

 

Vive la France!

Esta devoradora se dio un banquete de cine francés y quedó bastante contenta con (casi) todos sus bocados. Aquí el por qué.

la otra pandemia

¿Existe algo peor que la pérdida de la ironía, de lo crítico y de lo que Barthes llamaba lo obtuso? La obviedad es la nueva pandemia cultural y vaya sí que asusta…

Crónica de un SITGES bajo pandemia

Un nuevo Octubre y una versión del Festival de Sitges fuera de lo común. Apreciaciones de esta devoradora.